Hace algo de un año y medio planté dos bulbos de palta, sin darle atención al clima, al suelo, a la humedad, etc. Aunque con esperanzas de que crecieran nunca me entusiasmó mucho la idea de la agricultura, pero aun así siempre tuve afinidad con las plantas y con las frutas y hortalizas.
Pasó el invierno y casi seis meses después cuando ya había dado por podrido el bulbo de mis paltas y por muertas mis ilusiones un pequeño par de hojitas salieron a la luz solar y ahí me uní un poco a las ideas de jardín. Pero sin ningún tipo de experimentación practica.
Mas tarde vi en un programa de televisión una ECOALDEA, este medio de vida me llamó poderosamente la atención, es decir, alejarse un poco de la contaminación y cuidar plantitas ¿que tan difícil podía ser?, comenzó mi investigación y cuando vi el esfuerzo mas me llamó la atención. Quizás no pueda alejarme mucho de la idea del consumismo energético y la contaminación, pero eso de la auto–sustentabilidad me atraía mucho.
Comencé a tenerle mucho mas aprecio a mi jardín ¿que podía hacerle de malos unos cariñitos a mis dos paltitas?, solas en un cantero lleno de otras plantas que no conocían, y que había de malo en quizás pasar por su lado y decirle “mi bebé mirá como estas de grande” o acariciarles las hojas. Así me adentre más en un mundo de jardinería.
Hablando con mi madre, una mujer sabia, bastante multifacética, creadora del cantero del patio y cuidadora de muchas plantas me comentó “Deberías despedirte de tus paltas porque se hacen arboles y acá en casa no podemos tener arboles.” Yo asentí en ese momento, pero ese comentario me perturbó, mis paltas, ¿matarlas y dejarlas tiradas por ahí?, ¿Dárselas a alguien que no las sepa valorar?, ¿Regalarlas? Ninguna de esas ideas me gustó, entonces comenzó mi practica, la mañana del sábado 26 de noviembre de 2011 entendí que debía responsabilizarme de mis paltas, una de ellas ya tenia un importante tallito de 1 cm de diámetro y 50 cm de altura, no podía hacerme la tonta mas tiempo. Comencé investigando en internet sobre la palta, y descubrí muchas cosas interesantes, no pensé en dejar mi palta menos después de todo lo que había leído sobre sus cualidades, altura, sombra, hermosura, pero más que nada FRUTO…
Antes de caer en manos de mi vegetarianismo (ovo-lacto) mucho antes, comí palta por primera vez, una deliciosa mayonesa de palta, aplastado el fruto sin cascara y sin el bulbo que años mas tardes planté, con sal, aceite y mucho amor, comí por lejos el fruto mas delicioso que nada pueda igualar, cuando mi alimentación cambió me di cuenta lo caro que era y el esfuerzo que hacía mi madre para que todo mi organismo estuviera equilibrado, aunque los primeros meses se enojó y quería obligarme a comer carne, a lo cual me opuse mostrando resistencia.
En fin la mañana de ese sábado, no tenía nada mejor que hacer, de vacaciones aburrida y con mi mamá enojada conmigo y dándome ordenes de acá a alla, me dijo “¡Y ME REGáS EL JARDIN!.” Cuando fui al patio y me acerqué a las plantas y las vi así solas y al amparo de quien sabe qué, algunas un poco enfermas, pensé porque no ayudar a mi madre en el jardín un poco mas, investigue, revisé las plantas y noté que enfermedades tenía que planta y si habían plagas azotando mis pequeñas paltas indefensas.
Así me adentré en este mundo que me tiene atrapada.